Monday, April 06, 2015

El instituto

Hay momentos en los que pienso que sería súper chupi volver al instituto, yo era muy feliz en aquella época, sólo tenía que estudiar y aprobar, yo cumplía el trato y tenía unas buenas vacaciones de verano. 

Las amistades eran mucho más intensas, para toda la vida y no te importaba decirle a un amigo "te quiero", la verdad es que era todo mucho más transparente que ahora. 

El amor era un drama profundo, la primera vez que supe lo que era el amor ¿amor? y un rechazo por un ser amado (claro, había tenido rechazos antes, pero no eran de seres amados) fue con 17 años, era todo muy dramático, me acuerdo que sufría mucho, recuerdo con mucha vergüenza que una noche en la que se celebraban los Oscars me dio un ataque de llorera, estábamos viendo la tv, los Oscars en directo (teníamos Canal +, éramos clase media, éramos felices). Empecé a llorar desconsoladamente, recuerdo que mi madre me calmó, tardé mucho en decirle qué me pasaba: "es que no me hace caso, y está saliendo con una chica mucho más mayor que él, más guapa que yo". Mi madre me dijo que la vida era mucho más bonita que eso, que tenía mucho que vivir y que me secara las lágrimas y viene elOscar al mejor actor.

En el instituto tuve mis primeros amores platónicos, y hablo de mi profesor de filosofía. Mi profesor de filosofía era feo, asqueroso, desagradable y sucio, pero era tan inteligente, era LA SABIDURÍA, no sé qué habrá sido de él, mejor no saberlo.

En el instituto no había redes sociales, nunca le estaré tan agradecida a la vida por este hecho, creo que si Internet existiera como existe ahora, nunca hubiera pasado de primero de BUP y habría cometido un montón de acciones inoportunas con amores, platónicos o no.

En el instituto venía mi futuro laboral prometedor, yo no sabía que quería ser de mayor, lo que sabía era que iba a triunfar, la verdad es que no sé por qué, pero yo lo veía así. Por otro lado, me imaginaba soltera, rodeada de gatos e infeliz.

En definitiva, el instituto era el bien, hace 15 años que lo dejé y recuerdo con añoranza las mañanas corriendo; el timbre de la entrada; los dos recreos, salir los lunes y los jueves a las 3, los exámenes; el papel reciclado; las notas; los bocadillos de tortilla de la cafetería; San Valentín; no ir a clase y tumbarse en el césped; la juventud y la no preocupación.
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