Descapóóóóóótanos

Antes de nada quiero agradecerles a todos ustedes los CINCO comentarios que han dejado en mi antiguo post. ¡Muchas gracias!
Estos días estoy empaquetando mi casa, me mudo a un piso nuevo que deberían de haberme entregado hace seis meses y que (gracias a Dios) me entregarán en unas semanas, y hoy he hecho limpieza de cds y me he puesto a escuchar todos los que tengo de Alaska y de Fangoria. Cuando estaba desempolvando con el “Pronto” las cajas al son de la música empezó a sonar “Descongélate” y me he acordado de un hecho acontecido hace más de un año y que paso a relatar.
Estaba yo en Madrid con Ra y con Gabbo todos borrachos disfrutando de la noche cuando, acompañados de un señor ex funcionario de la Unión Europea, decidimos ir a una discoteca de “moda” en la capital. El señor en cuestión era vecino de unos amigos de Gabbo y, tan amablemente, se ofreció a llevarnos en su auto. Cuando llegamos al parking descubrimos que su coche era descapotable, con la capota puesta en ese momento, pero descapotable. Imagínense yo, como una buena provinciana que nunca había montado en un descapotable, empecé a emocionarme por el simple hecho de que esa misma noche subiría al citado vehículo.
Nos montamos en el coche el señor, un amiguito de Gabbo, Ra, Gabbo y yo, los tres últimos en los asientos traseros, corría el mes de noviembre y el señor no nos quiso descapotar el coche y nosotros (los de los asientos traseros) entramos en cólera y empezamos a cantar mientras recorríamos la Gran Vía madrileña: “Descapóóóóóótanos, sácanos la capota para que entre el aire en nuestro interiooooooorrrr”. El señor se arrepintió enormemente de llevarnos en su coche, o eso recuerdo yo, y no nos descapotó.
Igual no tiene mucha gracia, pero yo me he acordado de acontecimiento hace unas tres horas y no paro de reírme. Ahora me voy para cama, no sin antes felicitar a la puta vaga de mierda que hoy está de cumpleaños.