Boda de mañana

Resulta que ayer tuve la boda de mañana. Llevé un vestido negro muy bonito, a éste le añadí una chaqueta de Zara rosa, un recogido, unas saldalias plateadas y un bolso plateado. Mucho calor, hacía un día de mucho calor. El sitio era genial, los novios iban muy guapos y era un boda con mucha gente joven. La comida, una burrada, las bodas gallegas son famosas por lo exagerado del menú y esta boda no defraudó. A los 5 tipos de mariscos diferentes, le añadimos luvina (que no luviña) y, al final, un solomillo de buey. Luego tarta, helado y trufas de chocolate. Muy bien. Boda a la que voy, voy en la que decido que no me quiero casar así. Me da mucha vergüenza las bodas, todo el mundo viendo a lo novios, sobre todo a la novia, que es la gran protagonista, la comida tiene que ser la mejor, debes invitar a gente que te cae mal o que ni conoces, y, lo peor, tienes que dar muchos besos y abrazos. Lo de los besos y barazos no solo lo tienen que hacer los novios, desgraciadamente también lo tienen que hacer los invitados. Por eso, amigos míos, los que se quieran casar como Dior manda que lo hagan, que seguro que son muy felices haciéndolo, sin duda, pero para los que no nos queremos casar así, siempre habrá alguna isla perdida en el Océano Índico preparada para un evento donde solo importe la presencia de los novios.