Ayer iba yo tan plácidamente por la calle, paseando y disfrutando del paisaje ligeramente estropeado por la lluvia cuando, de pronto, noto que unos ojos penetran en mi mirada de un modo horrendo y satisfactorio. Alzo mi preciosa y noble mirada y me encuentro cara a cara con EL JOVEN INEFIANO. Sí, aquel joven de dentadura perfecta que conocí este veranpo, con el que intercambié algunos sms y que me dijo que me llamaría en Septiembre cuando estuviera instalado en mi ciudad. Pues el chico NO llamó, y lo peor de todo no es que no me llamara, lo peor de todo es que yo me acordé que no había llamado ayer, cuando lo ví.
El chico es taaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaan guapo, pero tan, tan, tan guapo, que ayer casi me pongo a llorar de la emoción al verlo. No obstanbte, dos años de relación con inefiano me avalan para decir que:
Los inefianos son seres que todos deseamos, son seres que hacen despertar nuestros instintos más bajos, los queremos amar, nos atraen , nos enamoran, nos hacen subir a lo más lato en cuestión de minutos, hacen que nos aceleremos de cero a mil en minutos. Cada vez que pasa uno por nuestro lado suspiramos y oramos para tener uno en nuestras casas, pero no son recomendables, los inefianos están bien para flipar en colores, pero para nada más. Así que si tú caes en los brazos de alguno de ellos, espero que leas este blog antes de iniciarte con alguno en las artes amatorias.

Espero que esta entrada no dañe la sensibilidad de ningún joven , o ya no tan joven, inefiano.
Chico Vitaldent, si quieres llamarme aún estás a tiempo. (Tirolí).