8000 grados a la sombra...

Estoy empapada en sudor, tengo un calor de la muerte, no puedo más con este sofoco del infierno....aquí nunca hace tanto calor, o por lo menos la fama que tiene esta maravillosa, preciosa y, ahora, calurosa ciudad es que se pasa el verano mojada y con temperaturas suaves y agradables.... ¡y una mierda!, ahora debemos estar a 87 grados, no aguanto, además este puñetero calor viene acompañado de su amiga humedad, por lo que se te mete en los poros de la piel de un modo horrendo e insufrible.
Cambiando un poco de tema, estoy muy triste, muy triste y muy triste...he perdido un pendiente (y no es un pendiente en plan metáforta como el Bolso, no, éste es un pendiente de poner en la oreja), la pérdida ha sido el sábado noche, yo me dí cuenta al instante y cuando fui a recuperarlo ya no lo encontré. Estoy muy triste porque mi pendiente era muy bonito: dorado, barato, grande, en forma de colmena (sé que esta descripción no dice mucho a su favor, pero era precioso), lo compré estas pasadas NAvidades para lucir con mi ropa de noche. Además, ese pendiente (jústamente ése y no su compañero) me traía gratos recuerdos del Bolso, hace mucho tiempo el pendiente había sufrido una caíga tremenda y dolorosa desde mi oreja, esta vez lo pude recuperar, estaba dañado y algo torcido, el Bolso, siempre tan mañoso él, me lo arregló y pudo volver a lucir en mi oreja. Ahora uno de los pocos recuerdos físicos que tengo del memo del Bolso se ha esfumado como la espuma de las olas del mar en un día tan caluroso como hoy. ¡Dolor, calor y morriña!
Lo más sorprendente de todo es que hoy a la tarde he estudiado mucho, sí, mucho mucho, y eso no es lo sorprendente, lo raro y misterioso es que lo he hecho en mi casa.